Si bien los biosimilares autorizados se someten a marcos reguladores rigurosos y a una estrecha vigilancia posterior a la comercialización, todavía siguen estando infrautilizados en la práctica clínica real.
Los productos biológicos representan la mitad del mercado farmacológico en oncología; no obstante, su principal inconveniente es su alto coste. Los biosimilares se desarrollaron como alternativas más económicas con la doble misión de facilitar el acceso a nuevos tratamientos y reducir los gastos sanitarios.
La FDA estadounidense y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) definen los biosimilares como productos biológicos altamente similares sin diferencias clínicamente significativas con un producto de referencia autorizado existente en términos de seguridad, pureza y potencia. Puesto que los biosimilares no son idénticos a sus productos biológicos de referencia, debe demostrarse su biosimilitud mediante los resultados de estudios farmacocinéticos y farmacodinámicos. A pesar de los estrictos requisitos para obtener datos científicos fiables y realizar ensayos clínicos efectivos para todos los biosimilares autorizados, carecemos de información sobre estos medicamentos; así, según se ha notificado, solo una cuarta parte de los oncólogos pueden describir un biosimilar y una quinta parte de los profesionales responsables de la prescripción están familiarizados con el concepto.
A medida que caduquen las patentes de los productos biológicos, se irán introduciendo más biosimilares al mercado de medicamentos oncológicos. La principal preocupación de los oncólogos con respecto al uso de biosimilares es el riesgo de inmunogenicidad, ya que incluso diferencias mínimas en la estructura molecular, impurezas, vía de administración y condiciones de almacenamiento entre estos fármacos y los productos de referencia podrían provocar efectos adversos. Las actividades de farmacovigilancia en curso y la supervisión de la seguridad posterior a la comercialización (que son obligatorias para todos los productos biológicos y biosimilares autorizados) deberían ayudar a disipar estas preocupaciones a largo plazo.
Los biosimilares representan un ahorro significativo en los gastos para los sistemas sanitarios. Se ha calculado que una reducción del 20 % en el precio de seis productos biológicos no patentados podría generar un ahorro de billones de euros, que al distribuirse permitiría a los pacientes acceder a más tratamientos. No obstante, estas previsiones de precios también dependen del coste de los productos biológicos de referencia y de la competitividad del mercado.
En los pacientes con cáncer, los biosimilares son fármacos más asequibles con un perfil de seguridad y toxicidad similar y sin diferencias clínicamente significativas en comparación con los productos biológicos de referencia. La infrautilización actual de los biosimilares puede atribuirse a la falta de conocimiento entre los pacientes y los médicos sobre los beneficios y desafíos de estos medicamentos tan importantes. Los profesionales de la salud, al igual que el público en general, deben recibir una formación adecuada sobre los múltiples aspectos de los biosimilares para garantizar su incorporación eficaz a la atención oncológica habitual.
Conclusiones clave
Falta conocimiento de los profesionales sanitarios sobre los biosimilares. Debería haber mayores oportunidades de formación que cubran todos los aspectos de la seguridad y eficacia de los biosimilares para garantizar su incorporación eficaz a la atención oncológica habitual.
El trasplante de células hematopoyéticas (TCH) es una modalidad cara y el desarrollo de un programa de trasplante resulta especialmente desafiante para los países en vías de desarrollo.
En el caso de los pacientes de oncología y hematología, incluidos aquellos que requieren un trasplante de células hematopoyéticas (TCH), es sabido que los altos gastos relacionados con la medicación (principalmente antibióticos y productos biológicos derivados de factores de crecimiento) dificultan el acceso a la atención médica a nivel mundial. La caducidad de las patentes de los productos biológicos puede permitir que los biosimilares entren en los mercados de fármacos, ayudando, de este modo, a reducir los altos costes asociados a estas terapias.
Los biosimilares son versiones químicamente similares de los productos biológicos de referencia sin diferencias clínicamente significativas. Su autorización reglamentaria se otorga basándose en estudios analíticos de validación y ensayos clínicos y preclínicos, que generalmente implican un estudio comparativo aleatorizado en fase III en comparación con el producto biológico original.
La Red Mundial para el Trasplante de Sangre y Médula Ósea (Worldwide Network for Blood and Marrow Transplantation, WBMT) ha informado de que, a pesar de haberse observado uno los aumentos recientes más altos en la actividad de TCH, solo el 2 % de los equipos de trasplante operan en países con bajos ingresos, como en las regiones del Mediterráneo Oriental y África. En Latinoamérica se observa una frecuencia 20 a 40 veces menor de TCH en comparación con Europa y América del Norte, y esta limitación se debe probablemente a la falta de fondos. Estos resultados subrayan la necesidad urgente de implementar estrategias eficaces para recortar los costes de los TCH en los países con recursos limitados.
Entre los biosimilares utilizados en el campo de los TCH se incluyen factores estimulantes de colonias de granulocitos (G-CSF) para la movilización de las células madre, rituximab para prevenir la enfermedad injerto contra huésped (EICH), y, posiblemente, infliximab y etanercept en la EICH pediátrica. En un metaanálisis de estudios publicados, la mayoría de ellos no mostraron diferencias significativas en la eficacia entre el biosimilar y el producto biológico original, y cuando se incluyó el análisis del coste se observaron reducciones para los biosimilares.
Conclusiones clave
Se ha demostrado que los biosimilares reducen considerablemente los costes en los países en vías de desarrollo. Se ha previsto que en 2024 el uso de biosimilares de G-CSF y antineoplásicos de lugar a una reducción de los costes del 10 %. La mayor parte de la responsabilidad de crear conciencia sobre los biosimilares recae en los gobiernos, los organismos reguladores y las sociedades locales. Centrarse en los beneficios de los biosimilares es un objetivo importante para las organizaciones profesionales especializadas en el TCH, especialmente para la educación de profesionales en países pobres.
Desde el lanzamiento del primer biosimilar (Omnitrope®; somatropina) en 2006, se han autorizado 58 biosimilares en la UE y 26 en EE. UU. La autorización de biosimilares presenta varias ventajas para los sistemas sanitarios: aumenta las opciones de medicamentos, reduce los costes, permite liberar presupuesto para proporcionar más tratamientos, apoya la competencia y la sostenibilidad de la industria farmacéutica y fomenta la innovación.
No obstante, existen varias barreras potenciales para una amplia adopción de biosimilares en la práctica clínica. Algunos médicos pueden carecer de conocimientos sobre estos fármacos o no confiar en su uso, y también puede haber restricciones en la posibilidad de elección o cambio entre ellos. En muchos casos, las existencias en farmacopea de productos biológicos específicos las deciden los organismos administrativos y los farmacéuticos de los hospitales sin consultar con los responsables de la prescripción y basándose, a menudo, únicamente en consideraciones de costes.
Bevacizumab es el primer fármaco para el que hay disponibles biosimilares para el CCRm. Al igual que los demás biosimilares, estos fueron aprobados por la EMA y la FDA basándose en los datos presentados que confirman su similitud estructural y equivalencia funcional así como en los estudios de eficacia clínica confirmatoria y seguridad con respecto al producto de referencia. El objetivo de este último ejercicio es no restablecer parámetros clínicos repitiendo innecesariamente todo el programa de desarrollo clínico del producto de referencia, sino confirmar sus beneficios similares en la población de pacientes más sensible. En el caso de los biosimilares de bevacizumab, los promotores y los organismos reguladores estuvieron de acuerdo en que la tasa de respuesta en los pacientes con CPCNP era un criterio de valoración científicamente justificado para confirmar su similitud. Puesto que bevacizumab ejerce su mecanismo de acción (la inhibición de la angiogénesis tumoral) independientemente del tipo de cáncer, basándose en la totalidad de la evidencia, las indicaciones autorizadas para biosimilares de bevacizumab podrían extrapolarse al tratamiento del CCRm.
Conclusión clave
La autorización de biosimilares ofrece varias ventajas potenciales para los sistemas sanitarios, aunque existen también varias barreras posibles que superar. Los biosimilares de bevacizumab podrían servir de ejemplo para la extrapolación basándose en la totalidad de la evidencia.
Una evaluación de la experiencia reguladora para los biosimilares en la UE desde 2005 proporciona información interesante sobre el panorama cambiante de estos fármacos biotecnológicos.
El marco regulador de la UE para las solicitudes de autorización de comercialización (SAC) se basa en directrices, ampliamente emitidas por la EMA, que complementan las directivas legales de la Comisión Europea. Durante 20 años, este marco regulador ha estimulado un aumento constante en el número de SAC para biosimilares en el campo de las enfermedades crónicas, debilitantes y potencialmente mortales.
Las directrices de la EMA son «documentos vivos» y se revisan y publican nuevas ediciones a lo largo del tiempo. Ha surgido una tendencia hacia un menor énfasis en los ensayos confirmatorios de eficacia clínica y una mayor aceptación de la evidencia procedente de ensayos fisicoquímicos de similitud, lo que sugiere que el conocimiento y la experiencia acumulados con los biosimilares ha disminuido gradualmente las exigencias para recopilar datos considerados innecesariamente repetitivos. Se ha observado un cambio de tendencia hacia la confianza en la evidencia de los datos no clínicos in vivo y el uso de marcadores farmacodinámicos como criterios de valoración indirectos de la eficacia clínica. Para productos altamente caracterizados, como los biosimilares de pegfilgrastim con autorización de comercialización concedida en 2018, no se requirieron ensayos clínicos en fase III; en estos productos, la biosimilitud se determinó en voluntarios sanos en función de los valores de recuentos absolutos de neutrófilos.
La extrapolación de indicaciones se puede llevar a cabo de manera justificada si se obtienen datos de seguridad, inmunogenicidad y similitud FC/FD comparables del biosimilar. Por ejemplo, para algunos biosimilares se ha limitado la extrapolación de las indicaciones si hay incertidumbre sobre sus efectos beneficiosos. Estos biosimilares pueden obtener una autorización sujeta a seguimiento adicional en el plan de gestión de riesgos durante el ciclo de vida de los productos.
EudraVigilance notifica los acontecimientos adversos asociados a un biosimilar durante la fase posterior a la comercialización y compara estos con los observados para el producto original antes del lanzamiento del biosimilar. De los 144 acontecimientos desproporcionadamente notificados, 18 se presentaron exclusivamente antes de la aprobación, 84 se presentaron antes y después de la aprobación y 42 exclusivamente en fase posterior a la aprobación, de los cuales 9 eran notificaciones no esperadas. El análisis de la causalidad de las «señales» consideradas lo suficientemente graves como para justificar una exploración adicional no llevó a ninguna nueva preocupación de seguridad relacionada con los biosimilares.
Siguiendo esta experiencia reguladora de aprobación de biosimilares, se están actualizando las directrices. La racionalización de los programas de desarrollo no ha tenido un efecto destacable en la sólida calidad, seguridad y eficacia de los nuevos biosimilares aprobados. Las vías de aprobación más rápidas dentro del marco de la UE implican un acceso más rápido a los fármacos para los pacientes.
Conclusiones clave
Los documentos del marco regulador de la EMA evolucionan continuamente con el tiempo, proporcionando el proceso más actualizado para la aprobación de biosimilares. Con el tiempo, las vías de aprobación se han simplificado, lo que implica un acceso más rápido de los pacientes a los productos biosimilares.